Sobre nuestras 2 semanas en Pantín y mi mala suerte surfeando

Sobre nuestras 2 semanas en Pantín y mi mala suerte surfeando

Después de pasar nuestra primera semana por el norte en el pueblito de Luarca, en Asturias, nuestro siguiente destino era Pantín, en la Costa Norte Galega, y especialmente famoso por sus buenas condiciones de surf durante todo el año. Y esa era la principal razón por la que íbamos allí, para, ojalá, pasar 2 semanas de mucho surf y poco a poco seguir mejorando en este deporte que me tiene tan enganchado. 

Pues llegamos el sábado, en concreto el día 11 de Julio, sobre las 1 pm, a Pantín. Veníamos de Asturias, donde estaba nublado, y durante el camino, había salido el sol y hacía un día super bello. Como a menudo al llegar a un lugar nuevo, sobre todo surfero, yo estaba algo nervioso. En la iglesia del pueblo esperamos unos 15 minutos al casero que nos tenía que llevar al airbnb que habíamos cogido para las próximas dos semanas. Sorpresa la mía cuando empezamos a seguirlo con el coche y vemos que se aleja y se aleja del pueblito y de la playa. Decepción total. Al grano, la casa estaba en una zona de Pantín que se llama Baleo, bastante lejos de la playa principal. a 25 minutos andando. El problema era que esperábamos que nuestra casa estaría casi en la línea de playa. Vinimos aquí, principalmente, para surfear, y yo esperaba poder salir con mi tabla cuando me apeteciera y caminar a la playa desde casa. Eso no sería posible, y todos nuestros planes e ideas… a tomar por c***.

Pero como en todo, a cualquier cosa se acostumbra uno, y esto no iba a ser menos. La casa estaba bastante bien, espaciosa, luminosa, una habitación para cada uno… Lo único, es que no la habían limpiado bien, y tiraba un poco para atrás, La zona muy tranquila también, y a 10 minutos andando se llegaba a otra playa, la Playa de Baleo, más chiquitita y recogidita que la de Pantín, pero muy bonita. Al parecer ahí también se surfeaba, pero era un poco más peligrosa, nos dijeron.

Bajamos a comer a la Playa de Pantín, y la primera tarde fue para relajarnos un poco, asimilar el lugar… y para ir a hacer la compra a Cedeira, un pequeño pueblo vecino, con una playa muy bonita, súper recogida y por tanto muy bien protegida del viento.

El domingo por la mañana tampoco salimos de casa. Mi objetivo para ese dia era encontrar una escuela de surf para dar algunas clases (siempre que sea posible me gusta dar alguna clase de surf con monitor en las playas que aún no conozco, sobre todo si estoy solo). Igualmente tampoco parecía haber muchas olas para surfear.

Por la tarde sí que bajamos por primera vez a la playa en sí, y nuestro primer intento de baño (fallido por las «gélidas» temperaturas del agua). Así que después de tomar un ratito el sol, nos fuimos a tomar algo, y yo, después de pensármelo un buen rato, y superar mi incomodidad, finalmente fui a preguntar a un par de escuelas acerca de las clases de surf. La primera no me convenció, la segunda no la encontré, y la tercera fue el match. Tuve esa sensación de «ajá, esto es lo que busco». Quedamos con el monitor para el lunes por la mañana, buscar un momento para que yo entrara al agua y él me grabara para ver mi nivel y poder meterme en un grupo adecuado a este. Perfecto. me volví caminando a casa muy contento, y motivado (aunque también un pelín nervioso).

A la mañana siguiente, le llamo a las 10, y me dice: «No hay NI UNA ola». Maravilloso. «Te llamo esta tarde o mañana si veo que mejora». He de reconocer que en el fondo me alivió un poco, de los nervios que tenía xd. Esa mañana la aprovechamos para ir a visitar Cedeira un poco más, hicimos compra, pasamos por una librería y luego estuvimos un ratito en la playa. por la tarde ya no me acuerdo qué hicimos.

El martes por la mañana seguía sin noticias de Rubén (el monitor), y aparte la cámara en vivo de la playa tampoco mostraba casi olas. Así que ese día, como propuesta de mi madre, nos fuimos de pequeña excursión un poco más al norte todavía. No sé cómo se llamaba la zona, pero hicimos la Ruta de Los Acantilados. MUY, MUY BONITA, DE VERDAD. Impresionante. (Podéis ver algunas fotos y vídeos de todo lo que estoy contando en mi Instagram, he hecho unas historias destacadas de este verano. Si no me seguís, aquí podéis ir a mi perfil) A la tarde estábamos de nuevo de vuelta en Pantín, y yo esperando ansioso que porfin me llamara Rubén para decirme que había olas y se podía surfear.

Y como las olas parecía que no querían venir, aprovechaba para dar paseos para explorar la zona de Pantín. Esa tarde descubrí un mirador espectacular. Tenía vistas a la inmensidad del Atlántico, y a un lado se podían ver rocas y acantilados, muy característicos de esa zona de Galicia, y a la izquierda la Playa de Baleo, y mirando más al horizonte, se divisaba el Faro de Valdoviño (no recuerdo el nombre exacto). No sé cómo definir la sensación de este mirador, más que pura admiración.

Al día siguiente, y sin novedades aún respecto al surf, fuimos a conocer Valdoviño, más bien su playa, la Playa da Fruxeira. Una playa de arena, de 3.5 km de longitud, que caminamos entera, hasta llegar al Faro de Punta Fruxeira (el que mencionaba antes). El día era ventoso, y nublado, no especialmente bonito, aunque hacia medio día fue despejándose poco a poco. Esa mañana mi estado de ánimo tampoco era muy bueno, pero también fue mejorando a lo largo de la mañana. Antes de volver a Pantín a comer, pasamos por Correos en Valdoviño, a donde me había llegado un accesorio para la GoPro, para que flotara en el agua (un Floaty, se llama). Pensaba usarlo al surfear, pero al final sigue a la espera de ser estrenado.

Esa tarde, ya casi desesperado, y viendo que había unas mínimas olas, simplemente cogí mi tabla, bajé a la playa con mi madre (en coche por supuesto), y entré un ratito. No fue mucho rato, tal vez una hora, o un poco menos, para que mi madre no tuviera que esperar demasiado. Pero aún así me sentó bien.

Y llegamos al jueves…. y señoras y señores…. por fin… Rubén me dijo que podía bajar ese día, sobre las 4, a surfear, con un grupo de nivel intermedio. Y bueno, nervioso, obviamente, fui a esa clase, que terminé disfrutando bastante. Me costó coger la primera ola, pero al final la conseguí, y cogí 3 más. Estaba muy satisfecho. Me salí el primero, porque tenía ya mucho frío. Mi neopreno de 3-2mm no era suficiente para esa temperatura del agua. Recibí varios comentarios de Rubén, de errores o cosas a corregir que me había visto, que eran muchas, y pues en el momento me desmotivé. También veía a los que sí surfeaban bien de verdad, y que incrementó un poco mi malestar. El monitor me dijo que el grupo con el que había entrado era adecuado para mi nivel (cosa con la que estaba totalmente de acuerdo, y que el sábado y domingo tendría clase con ellos).

El viernes entré al agua por la mañana, aunque no fue clase como tal, con algunos del grupo de Competición, todos menores que yo, pero mucho mejores. No conocía a ningun@, estaba un poco incómodo, y en el rato que estuve en el agua cogí 0 olas. DE P*** MADRE. Y también pasé frío y me salí antes de las dos horas. Bastante desastre.

Rubén me ofreció ir a una clase de surfskate (para quien no lo sepa, es un skate, con unos ejes especiales, preparado para simular los movimientos del surf sobre el suelo) que iban a dar esa tarde. Y dije que sí. Y también nervioso, pues fui. Y ESTUVO MUY BIEN. Lo pasé bien, pero sobre todo, entendí porfin varios movimientos que no terminaba de comprender ni de asimilar. Así que me volví para casa (eran ya las 9 aprox.) muy satisfecho e ilusionado por ir a surfear al día siguiente con mi grupo. Peeeeeero, no todo iba a ser bueno…

Al día siguiente no hubo olas. Ni el domingo tampoco (un poco por la tarde, pero no surfeamos). Decepción total.

Lunes. Hoy si va a haber clase a las 4.30. Y voy a entrar con el grupo de competición otra vez. esa tarde las olas eran grandes. Había poca gente metida en el agua. los chicos del grupo de competición están nerviosos por lo grandes que están las olas. Y yo me pregunto si debería entrar o no. Recibí una licra amarilla, para que el monitor me pudiera tener vigilado. Y entré. Las olas si eran grandes, y imponían respeto, pero una vez adentro hasta se era guay. Aún así estaba estaba incómodo, por el grupo con el que estaba, sobre todo, y por las olas. Me dedicaba a ver olones pasar, ver a los otros surfear, y a intentar pasar por debajo de las grandes que me rompían encima. Después me llevé algún susto y un par de revolcones, y decidí salirme. sentía que no pintaba nada allí dentro. Y me costó un rato salir del agua. Pero lo hice, algo frustrado, aunque se me pasó después de un rato. Continué mirando las olas y charlando con algunas personas que había ahí (entre ellas Rubén, el monitor, que estaba filmando, y Iago, un compañero del grupo con el que entré el primer día).

Uno se acostumbra poco a poco a esas condiciones de surf, y la confianza se gana poco a poco. Así que también es un aprendizaje, y sobre todo una experiencia, familiarización, con ese tipo de condiciones de surf.

El martes, por la tarde también (marea alta), volví a surfear, con Iago. Las olas eran un poco menores que el día anterior, pero fueron disminuyendo mientras bajaba la marea. Tampoco conseguimos surfear mucho, pero lo pasé bien. Salí con frío, cansancio, y algo de frustración también, por supuesto.

Miércoles, tuve clase con mi grupo del primer día. Lo disfruté bastante a pesar de que las olas volvieron a ser muy pequeñas. Para el día siguiente iba a volver a tener clase con mi grupo, y las olas debían de subir un poco.

Pero no lo hicieron, y no hubo clase. Frustración máxima. En cambio, volvimos a tener clase de skate por la tarde, y esta vez sólo yo, con iago y un compañero más. Y Rubén, por supuesto. Y eso sí que estuvo muy bien. Disfruté, y una vez más, sentí que había aprendido, y mejorado un poco. Al volver a casa, me apunté todos los consejos y ejercicios, en un papel, para que no se me olvidaran, y poder recordarlos y practicarlos en casa, ya que me parecen muy valiosos, e importantes de asimilar e interiorizar.

El día siguiente era el último día, pero las previsiones no pintaban bien.

Y no falló. El viernes por la mañana, el mar estaba totalmente plano. Esa mañana fue para empezar a recoger nuestras cosas, y bajé a ver Rubén. Le pagué, recogí mi tabla (que muy amablemente había guardado en su casa-escuela durante casi una semana), me imprimió bastante teoría sobre algunas maniobras de surf, estuvimos hablando un rato, y le dije que volvería, a ver si con algo más de suerte con las condiciones.

A la tarde fuimos a llevar a mi hermana a Ferrol, que cogía un bus a Madrid, para empezar un interrail con unas amigas suyas. Paseamos un poco, cenamos, y luego mi madre y yo volvimos a Pantín a pasar nuestra última noche.

Y así llegamos al día de hoy, sábado, en el que escribo esto. Hoy por la mañana, sobre las 10.30 hemos dejado Pantín, después de desayunar en el bar de la playa, y hemos venido hasta Camelle, un pueblito en plena Costa da Morte.

Al final me ha dado un poquito de pena irnos de Pantín. De momento le guardaré un pequeño lugar en mi corazón (aunque suene muy romántico), y volveré. EStoy casi seguro de ello.

Aunque no haya podido surfear todo lo que quisiera, me he ido satisfecho, porque creo que he aprendido. Esas dos clases de skate han hecho mucho creo yo.

También porque he descubierto una nueva escuela de surf muy guay, a la que me gustaría volver. A la que volveré. RSM Surf Coach, se llama, por si os interesa en caso de que vayáis a Pantín. 100% recomenadada.

Y porque me ha servido para recordarme a mí mismo lo bien que me sienta surfear. Que cura muchos males, y que casi siempre que estoy en el agua lo paso bien.

Sé que puedo llegar a surfear bien, estoy seguro de ello, pero necesito constancia. Necesito practicar mucho más, y regularmente. Para lo que resta de año, o más bien para 2021, mi objetivo es pasar, al menos, 2-3 meses seguidos, en algún lugar con buen surf. Para surfear cada día. Para avanzar de una vez. (He sacado hace poco en mi canal un vídeo hablando de mi historia de surf, por si os interesa).

Recomiendo Pantín, no solo a los surfistas, sino a cualquier persona que disfrute de la naturaleza y la tranquilidad. La costa en la que se encuentra tiene varios parajes realmente bonitos, que merecen mucho la pena conocer.

Ah! Por si a alguien le interesa. Todos los años, en el mes de agosto, se celebra en Pantín el que posiblemente es el torneo de surf más importante del país, el Pantín Classic, que en 2019 atrajo a más de 100.000 personas y surfistas del más alto nivel de todas partes del mundo. Yo personalmente, tengo muchas ganas de presenciarlo, probablemente no este año, pero ojalá que el siguiente sí. A ver si logro convencer a algún amigo para que se venga conmigo jajaj.

Y bueno, creo que por aquí se va a quedar el post de hoy, espero que te haya gustado, y a ver si le voy dando un poco más de vida a mi blog!

Si has llegado hasta aquí, muchas gracias, de verdad.

Hasta la próxima.

Rama.

Pues llegamos el sábado, en concreto el día 11 de Julio, sobre las 1 pm, a Pantín. Veníamos de Asturias, donde estaba nublado, y durante el camino, había salido el sol y hacía un día super bello. Como a menudo al llegar a un lugar nuevo, sobre todo surfero, yo estaba algo nervioso. En la iglesia del pueblo esperamos unos 15 minutos al casero que nos tenía que llevar al airbnb que habíamos cogido para las próximas dos semanas. Sorpresa la mía cuando empezamos a seguirlo con el coche y vemos que se aleja y se aleja del pueblito y de la playa. Decepción total. Al grano, la casa estaba en una zona de Pantín que se llama Baleo, bastante lejos de la playa principal. a 25 minutos andando. El problema era que esperábamos que nuestra casa estaría casi en la línea de playa. Vinimos aquí, principalmente, para surfear, y yo esperaba poder salir con mi tabla cuando me apeteciera y caminar a la playa desde casa. Eso no sería posible, y todos nuestros planes e ideas… a tomar por c***.

Pero como en todo, a cualquier cosa se acostumbra uno, y esto no iba a ser menos. La casa estaba bastante bien, espaciosa, luminosa, una habitación para cada uno… Lo único, es que no la habían limpiado bien, y tiraba un poco para atrás, La zona muy tranquila también, y a 10 minutos andando se llegaba a otra playa, la Playa de Baleo, más chiquitita y recogidita que la de Pantín, pero muy bonita. Al parecer ahí también se surfeaba, pero era un poco más peligrosa, nos dijeron.

Bajamos a comer a la Playa de Pantín, y la primera tarde fue para relajarnos un poco, asimilar el lugar… y para ir a hacer la compra a Cedeira, un pequeño pueblo vecino, con una playa muy bonita, súper recogida y por tanto muy bien protegida del viento.

El domingo por la mañana tampoco salimos de casa. Mi objetivo para ese dia era encontrar una escuela de surf para dar algunas clases (siempre que sea posible me gusta dar alguna clase de surf con monitor en las playas que aún no conozco, sobre todo si estoy solo). Igualmente tampoco parecía haber muchas olas para surfear. 

Por la tarde sí que bajamos por primera vez a la playa en sí, y nuestro primer intento de baño (fallido por las «gélidas» temperaturas del agua). Así que después de tomar un ratito el sol, nos fuimos a tomar algo, y yo, después de pensármelo un buen rato, y superar mi incomodidad, finalmente fui a preguntar a un par de escuelas acerca de las clases de surf. La primera no me convenció, la segunda no la encontré, y la tercera fue el match. Tuve esa sensación de «ajá, esto es lo que busco». Quedamos con el monitor para el lunes por la mañana, buscar un momento para que yo entrara al agua y él me grabara para ver mi nivel y poder meterme en un grupo adecuado a este. Perfecto. me volví caminando a casa muy contento, y motivado (aunque también un pelín nervioso).

A la mañana siguiente, le llamo a las 10, y me dice: «No hay NI UNA ola». Maravilloso. «Te llamo esta tarde o mañana si veo que mejora». He de reconocer que en el fondo me alivió un poco, de los nervios que tenía xd. Esa mañana la aprovechamos para ir a visitar Cedeira un poco más, hicimos compra, pasamos por una librería y luego estuvimos un ratito en la playa. por la tarde ya no me acuerdo qué hicimos.

El martes por la mañana seguía sin noticias de Rubén (el monitor), y aparte la cámara en vivo de la playa tampoco mostraba casi olas. Así que ese día, como propuesta de mi madre, nos fuimos de pequeña excursión un poco más al norte todavía. No sé cómo se llamaba la zona, pero hicimos la Ruta de Los Acantilados. MUY, MUY BONITA, DE VERDAD. Impresionante. (Podéis ver algunas fotos y vídeos de todo lo que estoy contando en mi Instagram, he hecho unas historias destacadas de este verano. Si no me seguís, aquí podéis ir a mi perfil) A la tarde estábamos de nuevo de vuelta en Pantín, y yo esperando ansioso que porfin me llamara Rubén para decirme que había olas y se podía surfear.

Y como las olas parecía que no querían venir, aprovechaba para dar paseos para explorar la zona de Pantín. Esa tarde descubrí un mirador espectacular. Tenía vistas a la inmensidad del Atlántico, y a un lado se podían ver rocas y acantilados, muy característicos de esa zona de Galicia, y a la izquierda la Playa de Baleo, y mirando más al horizonte, se divisaba el Faro de Valdoviño (no recuerdo el nombre exacto). No sé cómo definir la sensación de este mirador, más que pura admiración.

Al día siguiente, y sin novedades aún respecto al surf, fuimos a conocer Valdoviño, más bien su playa, la Playa da Fruxeira. Una playa de arena, de 3.5 km de longitud, que caminamos entera, hasta llegar al Faro de Punta Fruxeira (el que mencionaba antes). El día era ventoso, y nublado, no especialmente bonito, aunque hacia medio día fue despejándose poco a poco. Esa mañana mi estado de ánimo tampoco era muy bueno, pero también fue mejorando a lo largo de la mañana. Antes de volver a Pantín a comer, pasamos por Correos en Valdoviño, a donde me había llegado un accesorio para la GoPro, para que flotara en el agua (un Floaty, se llama). Pensaba usarlo al surfear, pero al final sigue a la espera de ser estrenado.

Esa tarde, ya casi desesperado, y viendo que había unas mínimas olas, simplemente cogí mi tabla, bajé a la playa con mi madre (en coche por supuesto), y entré un ratito. No fue mucho rato, tal vez una hora, o un poco menos, para que mi madre no tuviera que esperar demasiado. Pero aún así me sentó bien.

Y llegamos al jueves…. y señoras y señores…. por fin… Rubén me dijo que podía bajar ese día, sobre las 4, a surfear, con un grupo de nivel intermedio. Y bueno, nervioso, obviamente, fui a esa clase, que terminé disfrutando bastante. Me costó coger la primera ola, pero al final la conseguí, y cogí 3 más. Estaba muy satisfecho. Me salí el primero, porque tenía ya mucho frío. Mi neopreno de 3-2mm no era suficiente para esa temperatura del agua. Recibí varios comentarios de Rubén, de errores o cosas a corregir que me había visto, que eran muchas, y pues en el momento me desmotivé. También veía a los que sí surfeaban bien de verdad, y que incrementó un poco mi malestar. El monitor me dijo que el grupo con el que había entrado era adecuado para mi nivel (cosa con la que estaba totalmente de acuerdo, y que el sábado y domingo tendría clase con ellos).

El viernes entré al agua por la mañana, aunque no fue clase como tal, con algunos del grupo de Competición, todos menores que yo, pero mucho mejores. No conocía a ningun@, estaba un poco incómodo, y en el rato que estuve en el agua cogí 0 olas. DE P*** MADRE. Y también pasé frío y me salí antes de las dos horas. Bastante desastre.

Rubén me ofreció ir a una clase de surfskate (para quien no lo sepa, es un skate, con unos ejes especiales, preparado para simular los movimientos del surf sobre el suelo) que iban a dar esa tarde. Y dije que sí. Y también nervioso, pues fui. Y ESTUVO MUY BIEN. Lo pasé bien, pero sobre todo, entendí porfin varios movimientos que no terminaba de comprender ni de asimilar. Así que me volví para casa (eran ya las 9 aprox.) muy satisfecho e ilusionado por ir a surfear al día siguiente con mi grupo. Peeeeeero, no todo iba a ser bueno…

Al día siguiente no hubo olas. Ni el domingo tampoco (un poco por la tarde, pero no surfeamos). Decepción total.

Lunes. Hoy si va a haber clase a las 4.30. Y voy a entrar con el grupo de competición otra vez. esa tarde las olas eran grandes. Había poca gente metida en el agua. los chicos del grupo de competición están nerviosos por lo grandes que están las olas. Y yo me pregunto si debería entrar o no. Recibí una licra amarilla, para que el monitor me pudiera tener vigilado. Y entré. Las olas si eran grandes, y imponían respeto, pero una vez adentro hasta se era guay. Aún así estaba estaba incómodo, por el grupo con el que estaba, sobre todo, y por las olas. Me dedicaba a ver olones pasar, ver a los otros surfear, y a intentar pasar por debajo de las grandes que me rompían encima. Después me llevé algún susto y un par de revolcones, y decidí salirme. sentía que no pintaba nada allí dentro. Y me costó un rato salir del agua. Pero lo hice, algo frustrado, aunque se me pasó después de un rato. Continué mirando las olas y charlando con algunas personas que había ahí (entre ellas Rubén, el monitor, que estaba filmando, y Iago, un compañero del grupo con el que entré el primer día).

Uno se acostumbra poco a poco a esas condiciones de surf, y la confianza se gana poco a poco. Así que también es un aprendizaje, y sobre todo una experiencia, familiarización, con ese tipo de condiciones de surf.

El martes, por la tarde también (marea alta), volví a surfear, con Iago. Las olas eran un poco menores que el día anterior, pero fueron disminuyendo mientras bajaba la marea. Tampoco conseguimos surfear mucho, pero lo pasé bien. Salí con frío, cansancio, y algo de frustración también, por supuesto.

Miércoles, tuve clase con mi grupo del primer día. Lo disfruté bastante a pesar de que las olas volvieron a ser muy pequeñas. Para el día siguiente iba a volver a tener clase con mi grupo, y las olas debían de subir un poco.

Pero no lo hicieron, y no hubo clase. Frustración máxima. En cambio, volvimos a tener clase de skate por la tarde, y esta vez sólo yo, con iago y un compañero más. Y Rubén, por supuesto. Y eso sí que estuvo muy bien. Disfruté, y una vez más, sentí que había aprendido, y mejorado un poco. Al volver a casa, me apunté todos los consejos y ejercicios, en un papel, para que no se me olvidaran, y poder recordarlos y practicarlos en casa, ya que me parecen muy valiosos, e importantes de asimilar e interiorizar.

El día siguiente era el último día, pero las previsiones no pintaban bien.

Y no falló. El viernes por la mañana, el mar estaba totalmente plano. Esa mañana fue para empezar a recoger nuestras cosas, y bajé a ver Rubén. Le pagué, recogí mi tabla (que muy amablemente había guardado en su casa-escuela durante casi una semana), me imprimió bastante teoría sobre algunas maniobras de surf, estuvimos hablando un rato, y le dije que volvería, a ver si con algo más de suerte con las condiciones.

A la tarde fuimos a llevar a mi hermana a Ferrol, que cogía un bus a Madrid, para empezar un interrail con unas amigas suyas. Paseamos un poco, cenamos, y luego mi madre y yo volvimos a Pantín a pasar nuestra última noche.

Y así llegamos al día de hoy, sábado, en el que escribo esto. Hoy por la mañana, sobre las 10.30 hemos dejado Pantín, después de desayunar en el bar de la playa, y hemos venido hasta Camelle, un pueblito en plena Costa da Morte.

Al final me ha dado un poquito de pena irnos de Pantín. De momento le guardaré un pequeño lugar en mi corazón (aunque suene muy romántico), y volveré. EStoy casi seguro de ello.

Aunque no haya podido surfear todo lo que quisiera, me he ido satisfecho, porque creo que he aprendido. Esas dos clases de skate han hecho mucho creo yo.

También porque he descubierto una nueva escuela de surf muy guay, a la que me gustaría volver. A la que volveré. RSM Surf Coach, se llama, por si os interesa en caso de que vayáis a Pantín. 100% recomenadada.

Y porque me ha servido para recordarme a mí mismo lo bien que me sienta surfear. Que cura muchos males, y que casi siempre que estoy en el agua lo paso bien.

Sé que puedo llegar a surfear bien, estoy seguro de ello, pero necesito constancia. Necesito practicar mucho más, y regularmente. Para lo que resta de año, o más bien para 2021, mi objetivo es pasar, al menos, 2-3 meses seguidos, en algún lugar con buen surf. Para surfear cada día. Para avanzar de una vez. (He sacado hace poco en mi canal un vídeo hablando de mi historia de surf, por si os interesa).

Recomiendo Pantín, no solo a los surfistas, sino a cualquier persona que disfrute de la naturaleza y la tranquilidad. La costa en la que se encuentra tiene varios parajes realmente bonitos, que merecen mucho la pena conocer.

Ah! Por si a alguien le interesa. Todos los años, en el mes de agosto, se celebra en Pantín el que posiblemente es el torneo de surf más importante del país, el Pantín Classic, que en 2019 atrajo a más de 100.000 personas y surfistas del más alto nivel de todas partes del mundo. Yo personalmente, tengo muchas ganas de presenciarlo, probablemente no este año, pero ojalá que el siguiente sí. A ver si logro convencer a algún amigo para que se venga conmigo jajaj.

Y bueno, creo que por aquí se va a quedar el post de hoy, espero que te haya gustado, y a ver si le voy dando un poco más de vida a mi blog!

Si has llegado hasta aquí, muchas gracias, de verdad.

Hasta la próxima.

Rama.